(ey si, ey si, probando probando)

Bien, podría empezar describiendo tus ojos marrón moka, tu cara angelical a la luz de la galaxia o la curva que dibuja tu sonrisa cuando roza con mis labios, pero mejor voy a describir cómo me siento yo. Es más bien como magia. Me han hecho daño, muy adentro, demasiado. Y siempre me he sentido rechazada. Simplificada hasta la nada, como el más microscópico de los ácaros mejor resguardados bajo mi piel. Nunca me he sentido llena, ni útil, ni redonda. Siempre me faltaba algo, la necesidad de servir, de poder llorar de felicidad y de ayudar a solventar sus arañazos. Siempre he sido una cobarde, pero en el fondo nunca he tenido miedo a esto, porque es lo que más deseo.
Que el sol nos acaricie la nuca por las mañanas, y si no te puedes quedar más tiempo, no importa. Podemos jugar entre las sábanas y soñar caleidosféricamente con nuestro campo de atracción más próximo. Puedo olerte, y sentir que hoy vas a estar aquí, y mañana, y pasado, y al otro y al siguiente. Me llenas, me completas y cierras el círculo que me hace eterna; para ti, para nosotros.

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