Cuando vienes y me hablas de nosotros dos.

Necesito gritar y soltar todo lo que llevo guardando estos meses. El tiempo pasa, a mí no me importa esperar, no me resulta difícil, que no doloroso, porque sé que no me espera nada mejor. Me deshago. En serio, no me importa. Si pasas de ésto mejor dímelo, lo olvido y ya está. Solo tengo que intentarlo mucho y pensarlo muy fuerte. Algún día pasará.
Tengo miedo de que llegue septiembre, cambias, pero yo no. Yo siempre lo mismo. Tengo miedo a los cambios. A ser menos. Que la importancia disminuya... No lo entiendes. Yo tampoco. No te odio, eso es lo peor de todo. Un par de llamadas, escuchar tu voz. Dejar de llorar por las noches. Nada más. Solo pido éso, o quizás te parezca egoísta. Aunque a lo mejor lo más egoísta que te he podido pedir es que me esperes. Ya ni siquiera quiero que lo hagas. Es decir, sí. Pero el equilibrio es imposible.

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