El tiempo no es más que otra mentira si ella no vuelve a casa.

Cuando la vi supe que no era ella. El tiempo intenta engañarla, pero ella es más cruel y nos recuerda que no hay nadie más. La soledad se apodera de nosotros mismos y siempre acabamos apoyados en la pared comiendo natillas y llorando por la vida. Todo es mentira, y ya nos pesan las ideas. En realidad, dejamos de pensar, pero no de sentir. Silencio. Ella es como un acompañamiento de piano, como la última nota del festival. Una soprano principante, o el tarareo de Lourdes. Se ahoga en sus propios acordes, no es capaz de afinar su vida, su pulsómetro se para cada vez que piensa en la ausencia y ha perdido el tono. Arítmica en cada paso que da, se adentra en los pensamientos. En mis pensamientos. Cuando la vi supe que era ella.

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